Los pronósticos estiman que el año 2023 va a ser un año “niña”. Éste sería el tercero consecutivo, lo que podría tener un impacto no menor en varios países cuyas economías dependen del agro. Por otro lado, debemos considerar el impacto del cambio climático en las regulaciones que pueden afectar las operaciones de las empresas.

El impacto de un tercer “año niña” seguido puede ser muy importante en las cosechas de los países de la región, lo que va a tener un impacto en sus economías. Muchas de las economías de los países de la región dependen de la producción de materias primas agrícolas que son altamente dependientes de las condiciones climáticas. Se puede esperar que haya menores cosechas, menor ingreso de divisas, y por lo tanto una mayor presión cambiaria en algunas de las economías de la región. Por otro lado, no podemos dejar de considerar la situación energética mundial, consecuencia de la invasión de Rusia a Ucrania. Esto ha generado incertidumbre sobre la provisión de gas ruso a Europa, lo que produce una gran volatilidad en los mercados energéticos mundiales.

Esta volatilidad ha obligado a los diferentes países europeos a salir a buscar nuevas alternativas de suministro de energía, lo que en definitiva genera un mercado energético mundial muy inestable y volátil. Dado que algunos de los países de la región dependen de la importación de energía, es posible que enfrentemos un año con cierta volatilidad en el costo y suministro de energía en varios de los países de la región. Adicionalmente, es importante considerar los efectos del cambio climático que ya hace tiempo se vienen verificando. Calentamiento global, disminución de los niveles de los glaciares, aumento en los niveles de los océanos, etc. Ante la amenaza de estos eventos, es de esperar que la sociedad aumente el nivel de sus reclamos, los reguladores se hagan eco de los mismos, y las nuevas reglamentaciones tengan un impacto en las empresas que se dedican a los recursos naturales en la región.

Acceder al Observatorio de Riesgos 2023