Los efectos de la pandemia, sumados a los cambios tecnológicos y a las dificultades de los gobiernos para gestionar adecuadamente, están generando cambios regulatorios que constituyen nuevos desafíos para las organizaciones. 

La incertidumbre regulatoria después de los cambios generados por la pandemia plantea un gran desafío en las empresas. El proceso de planeamiento estratégico debe tener en cuenta los posibles cambios regulatorios derivados de situaciones hasta ahora desconocidas, por lo que la experiencia pasada será de poca utilidad para poder predecir los eventuales cambios en el sistema. Estamos observando nuevos requerimientos en materia de trabajo y teletrabajo, cuidado ambiental, generación y uso de energía, reglas relacionadas con la salud y el cuidado personal, No deberían sorprendernos cambios en la legislación laboral, la protección de datos, y regulación medioambiental entre otros

A esto, se le debe sumar la complejidad de las condiciones macroeconómicas y las necesidades de fondeo de los gobiernos, una cierta animadversión de las sociedades de ciertos países hacia la propiedad privada, y hacia las empresas, especialmente aquellas que basan su negocio en la extracción de recursos naturales. Por ello es posible hipotetizar un clima de negocios más complejo en los países de la región.

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