La disrupción ocasionada por la pandemia en nuestra vida y en el giro habitual de los negocios, ha puesto de relieve la importancia de contar con planes de acción concretos frente a la ocurrencia de un riesgo, que ha sido identificado y es habitualmente monitoreado por una organización. ¿Cuántas organizaciones incluyen en su mapa de riesgos, la posibilidad de que una pandemia paralice su actividad?

 Se sorprenderían al saber que varias empresas han considerado o ‘mapeado’ este riesgo. Ahora bien, ¿cuántas empresas cuentan con un plan de acción concreto para aplicar en caso que efectivamente ocurra una pandemia? El número de organizaciones se reduce sensiblemente y se concentra, mayormente, en entidades vinculadas con el sector de la salud. 

 Una gestión de riesgos integral y eficaz no se agota en la identificación y el monitoreo de los riesgos que enfrenta la organización. Esto es, sin duda, el punto de partida, pero no es suficiente. Necesitamos además de anticiparnos a los riesgos, contar con un plan de acción en caso que éstos se materialicen. Estas acciones, predefinidas, es lo que llamamos un plan de continuidad del negocio o BCP, por sus siglas en inglés (Business Continuity Plan). El BCP permite administrar un evento o riesgo de la mejor manera posible.

 Un BCP consiste en diseñar de antemano las acciones que deben realizarse frente a la ocurrencia de un riesgo, y en qué momento deben hacerlo. En el caso concreto de la pandemia ¿qué decisiones que anticipamos nos permiten que la empresa siga operando a pesar de las restricciones de transporte, del acceso a los recursos necesarios y al cierre de las oficinas, entre otros? 

 Alentamos a las organizaciones a poner eventos impensados sobre la mesa para su discusión y evaluación. Sin ir muy lejos, ¿alguien pensó que un país entero podía quedarse sin el suministro eléctrico (Junio 2019)?  O que ¿una pandemia que comenzó en un lugar tan lejano como China, pudiese dejar al mundo entero encerrado en sus casas (2020)? 

 Ciertamente, hay riesgos como los recién mencionados que no podemos evitar, pero cuyo impacto podemos reducir si nos anticipamos, elaborando un plan de acción para aplicar cuando ocurran. En todos los casos, la mejor respuesta a un riesgo es estar preparados y el BCP es una pieza clave para ello.