Navegar la incertidumbre pareciera ser la nueva norma
El Covid-19 irrumpió en nuestras vidas provocando fuerte incertidumbre y cambios inéditos en nuestros hábitos. El mundo de los negocios no es ajeno a esta realidad. De hecho, la pandemia fue tan disruptiva que forzó a muchas organizaciones a una gestión de riesgos reactiva más que proactiva. Es decir, el riesgo de pandemia las encontró desprevenidas, sin un plan de contingencia que les permitiera responder rápida y eficazmente.
Si pensamos en los dos ejes de un mapa de riesgos: probabilidad de ocurrencia e impacto, la mayoría de las organizaciones concentran su gestión de riesgos en aquellos que poseen una elevada probabilidad de ocurrencia y alto impacto. Ejemplo de esto sería la gestión del riesgo ‘accidentes’ para una empresa de transporte, o el riesgo ‘aumento de la competencia’ en un negocio con bajas barreras de entrada.
Sin embargo, muchas empresas no cuentan con planes de gestión para aquellos riesgos de baja probabilidad de ocurrencia y alto impacto. Blockbuster, no anticipó el cambio en su modelo de negocio y fue reemplazado por el streaming / Netflix. Kodak fue desplazada por un salto cualitativo de la tecnología hacia las cámaras digitales. La pandemia generada por el Covid-19 se encuentra dentro de este tipo de riesgos, y es por ello que tomó por sorpresa a muchas organizaciones y las forzó a una gestión de riesgo reactiva.
Movernos de un enfoque de reacción a un enfoque proactivo, puede permitirnos tranformar un riesgo en una oportunidad. Por ejemplo, la mayoría de las organizaciones no estaban preparadas para el home office y adoptaron inicialmente un enfoque reactivo. Pero, frente al éxito de esta modalidad de trabajo, muchas de ellas se encuentran repensando su esquema de trabajo y han puesto a la venta gran parte de sus oficinas, transformando un riesgo en una oportunidad para reducir sus costos fijos y empoderar a su personal.
En este contexto, las organizaciones deben revisar e incluso repensar su gestión de riesgos a fin de adecuarla a la nueva realidad, con especial enfásis en algunos aspectos que repasaremos a continuación.
Riesgo de Management: el estrés aumenta el riesgo de cometer errores
La pandemia obligó a los empleados a trabajar desde sus casas y se encontraron repentinamente expuestos a múltiples tareas simúltaneas, haciendo malabares entre el trabajo, las tareas de los hijos, los quehaceres domésticos y la asistencia a los familiares mayores, entre otros. Como resultado, presentan elevadísimo niveles de estrés, fatiga digital, problemas en la vista, etc.
En la medida en que se prolonga esta modalidad de trabajo, el sostenido cansancio físico y la fatiga mental impactan negativamente en la moral y estado de ánimo de nuestro personal. La consecuencia para la organización: un aumento exponencial en la probabilidad que comentan errores en sus tareas laborales. Siendo las personas un activo clave de toda organización, ¿somos concientes de este creciente riesgo? ¿Hemos tomado alguna medida al respecto?
Recordemos que para gestionar un riesgo no basta con identificarlo, sino que debemos medirlo y monitorearlo. ¿Cómo podemos medir el bienestar de nuestro equipo? Una propuesta es la realización rutinaria de encuestas para, en base a sus resultados, implementar acciones que ayuden a aumentar la moral y mejorar el estado de ánimo de nuestros empleados, acotando de esta forma el riesgo de errores asociados al burn out.
Como contrapartida, con el trabajo remoto las organizaciones se beneficiaron con una reducción en sus costos fijos, y una mayor flexibilidad para armar equipos de trabajo con personal que no necesariamente debe vivir cerca de la empresa ni entre sí.
Riesgo Cyber
El trabajo remoto conlleva toda una serie de desafíos para garantizar la seguridad de la información sensible de nuestra organización. Esta se encuentra crecientemente expuesta a ataques externos a través del wifi de los hogares de nuestros empleados, el uso de claves poco complejas y de archivos no encriptados.
El home office parece haber llegado para quedarse y, este nuevo entorno laboral, podría ser una puerta de acceso para agentes externos interesados en nuestra información. Es necesario que el departamento de IT revise la eficacia de nuestra estrategia de seguridad de la información, ajustándola a las nuevas amenazas. Deberíamos pensar en cambios de los equipos de nuestros empleados, tanto los portátiles como la infraestructura hogareña, cursos de capacitación en cyber seguridad, etc.
Trabajo en equipo: clave para el éxito de una gestión de riesgos
Un equipo de gestión de riesgos comprometido y coordinado resulta fundamental para el éxito de su gestión, especialmente en períodos de alta volatilidad e incertidumbre, como el actual. Una práctica, erronea pero habitual en la gestión de riesgos, es que cada responsable de área define niveles de aceptación de sus riesgos y los monitorea según su propia perspectiva, omitiendo considerar el impacto transversal que tiene un riesgo propio en los otros sectores de la empresa. Es decir, que cada área gestiona los riesgos como silos independientes, lo cual es especialmente peligroso en épocas de fuerte turbulencia.
Hoy, más que nunca, es necesaria una gestión de riesgos integral, con una fuerte conexión y coordinación entre las diferentes áreas de la empresa. Por ejemplo, en una empresa productiva, es necesario que el área comercial y la de producción trabajen de manera coordinada para asegurar la calidad y entrega oportuna de los productos. Cambios inesperados en el plan de ventas, pueden resultar en productos de una calidad inferior a la esperada. Y, una gestión ineficiente en el stock de materias primas, puede resultar en demoras en las entregas e insatisfacción de los clientes. En sintésis, para comprender cabalmente los riesgos que enfrenta una empresa es necesaria una gestión de riesgos integrada y en equipo.
Reforzar la cultura
La cultura de la empresa juega un papel clave para fomentar el trabajo en equipo y la detección de alertas tempranas de los riesgos. Es necesaria una cultura que empodere a todos los niveles de la organización para que comuniquen los riesgos o inseguridades que les preocupan.
Son el CEO y los mandos superiores quienes deben definir los lineamientos de la cultura de riesgos de su organización, para luego transmitirlos hacia abajo. Pero, el éxito de una gestión de riesgos reside en combinar la mirada del especialista (de los niveles más operativos) con la mirada de águila del CEO y el comité de riesgos.
Navegar la incertidumbre pareciera ser la nueva norma
En 2020, las organizaciones se enfocaron en estrategias de corto plazo para surfear la ola Covid-19. Es claro que el entorno de negocios no volverá a su antigüa ‘normalidad’, ya que anticipamos que la turbulencia continuará en el mediano plazo.
Navegar la incertidumbre pareciera ser la nueva norma. Hoy, más que nunca, la gestión de riesgos resulta fundamental para que las organizaciones transiten exitosamente los entornos inciertos. Una buena gestión de riesgos, flexible para identificar de manera temprana los posibles cambios, y adaptarse rápidamente a la nueva realidad del negocios, contribuirá a que nuestra organización brinde una respuesta más efectiva a aquello que nos depare el destino.
Este artículo fue publicado en la Revista Estrategas Número 192