Los conflictos internacionales están reformulando la cadena de suministros

En un contexto de crecientes tensiones geopolíticas, el panorama global ha experimentado cambios significativos. Conflictos armados como la invasión de Rusia en Ucrania y los ataques terroristas de Hamas en Israel han marcado esta nueva era. Paralelamente, las restricciones comerciales entre Estados Unidos y China han contribuido a un clima de incertidumbre. Estos eventos han dado lugar a términos como «fragmentación», «des-globalización» y «friend-shoring», que se utilizan cada vez más para describir la situación actual.

El informe del Fondo Monetario Internacional (FMI), titulado World Economic Outlook, refleja esta transformación al mencionar la palabra «fragmentación» 172 veces, en comparación con una sola mención hace cinco años. Además, un estudio del Bank for International Settlements (BIS) indica que las cadenas de valor internacionales se están reconfigurando. Las empresas europeas y norteamericanas están evitando comercializar directamente con países percibidos como conflictivos como Rusia y China. Sin embargo, en su reemplazo, comercializan con países intermediarios como Vietnam. Esto ha llevado a una mayor complejidad en las cadenas de suministro, con la incorporación de nuevos actores y un aumento en la distancia entre los proveedores y los usuarios finales.

Estos cambios tienen implicancias importantes. En primer lugar, las empresas occidentales siguen expuestas a las tensiones geopolíticas. En segundo lugar, la supervisión de las cadenas de suministro se vuelve más compleja en áreas como el medio ambiente y lo social. Por último, las eficiencias de costos obtenidas mediante la relación directa con China se están desvaneciendo, lo que resulta en un aumento de los costos para las empresas

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